El Centro Ruso de Ciencia y Cultura de la capital española expone del 9 de enero al 8 de febrero una colección de fotografía deportiva, a propósito de los inminentes JJOO de invierno que acoge la ciudad rusa de Sochi a partir del próximo viernes. La muestra se encuentra en la segunda planta del edificio, en la sala de exposiciones, siendo la entrada gratuita. Las instantáneas expuestas muestran las instalaciones del parque olímpico de Sochi y a algunos destacados deportistas rusos en disciplinas de invierno. Paralelamente a la exposición se organizó en el Centro Ruso un coloquio sobre comunicación y deporte, que contó con la participación de Paloma del Río, veterana comentarista de deportes de invierno de Televisión Española, de Alexander Chernosvitov, corresponsal de la agencia de noticias Itar-Tass en España, así como de Mario G. Gurrionero, doctor en comunicación y socio director de la consultora Comunicar es Ganar.
El coloquio, que se prolongó más de una hora, sirvió para tomar la temperatura no solo de las expectativas para los medalleros respectivos, algo más generosa para el país anfitrión que para España, sino también para recorrer aspectos que tienen que ver con el sentimiento de identificación, la movilización de cientos de miles de voluntarios y “la capacidad de trasladar un mensaje de unidad, de humanidad y de madurez”, en palabras de Chernosvitov, con la organización de estos XXII Juegos Olímpicos de Invierno. Y es que, como señaló la periodista española, la organización de unos Juegos Olímpicos es siempre “el mejor escaparate, el mejor reclamo publicitario que puede tener un país”. El consultor en comunicación deportiva Mario G. Gurrionero añadió que en el caso español, “en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, por encima del gran resultado de las medallas, lo importante en términos geopolíticos fue que se consiguió poner a España en el mapa por primera vez en mucho tiempo”. Y es que aún hoy, 22 años después de Barcelona, se sigue viviendo del legado dejado por aquellos Juegos Olímpicos… sobre todo, tras el fracaso de la candidatura de Madrid 2020. Es tan mundial la circunstancia olímpica, tan increíbles y positivos los efectos de celebrar un acontecimiento así que, como Del Río explicó, su cobertura y planificación en términos de señal de televisión para el resto del mundo, comienza a prepararse con más de dos años de antelación respecto a la inauguración. Así, por tanto, en cuanto acaben los JJOO Paralímpicos de Sochi, Paloma del Río y su equipo de TVE comenzarán con la preparación de los de Río 2016, como la periodista confirmó.
Muy al respecto de la dimensión comunicativa que entrañan los Juegos Olímpicos, del mensaje que se lanza al mundo, se cerró el coloquio profundizando en la capacidad que tienen los medios de comunicación y la televisión de manera especial, en la formación de la sociedad y los públicos. Según comentaron los participantes, el hecho de que un deportista aparezca por la pantalla genera un efecto de adhesión en el espectador más infantil, un reclamo, que aunque es difícil de cuantificar, consigue resultados tangibles a medio-largo plazo. La relación que se produce en torno a los medios de comunicación, el deporte y la sociedad es simbólica. Y como apuntó Mario G. Gurrionero, la construcción de mitos, que se produce en buena medida gracias a esta relación medios de comunicación y deporte, es un resorte eficaz para escenarios de crisis y falta de liderazgo.
Se acabó el acto con un pronóstico y un desafío. El primero, en palabras de Chernosvitov, no es demasiado optimista para las aspiraciones de que Rusia acabe primero en el medallero olímpico, “contentos si somos terceros, ni tan mal si lo hacemos en quinto lugar”. Y el desafío es el de hacerlo bien, organizar los XXII Juegos Olímpicos de Invierno de la mejor manera para dejar un buen legado. Ese es el reto para Rusia apuntaron los participantes.